domingo, 17 de abril de 2022

Jn 6,21

 Al querer ellos recogerlo en la barca, inmediatamente se encontró la barca en la tierra adonde se marchaban.

Ante el intento de los discípulos de recoger a Jesús en la barca, se produce un fenómeno extraño: ésta se encuentra inmediatamente en la tierra adonde se había marchado. Los discípulos habían querido separarse de Jesús, pero él ha ido a encontrarlos y les ha asegurado su amistad. La reacción de los discípulos es positiva, quieren reunirse con Jesús, tomarlo en la barca. Implícitamente se adhieren de nuevo a él, que ha rechazado aquella realeza; en este momento, todo lo que causaba peligro desaparece: el mar agitado no existe, se encuentran en terreno firme. Aceptar a Jesús los ha librado de su tentación. No hace falta ni que Jesús calme el viento, el peligro se desvanece por sí mismo.

El verbo <<marcharse>> lo usa Jn para indicar la ida de Jesús con el Padre pasando por la muerte (cf. 8,14; 13,3; 16,5.10.17); es el camino del Espíritu que lleva el término que Dios quiere. Han llegado a la tierra adonde Jesús pretendía llevarlos con su éxodo. Cafarnaún era la meta de los desertores; ahora, en cambio, están con Jesús en la meta que él con ellos se había propuesto, en la comunidad que acepta su servicio hasta la muerte y se funda en él.

SÍNTESIS

En esta perícopa propone Jesús la calidad de su alternativa y la misión de su comunidad; ´como ésta, en una situación de ruptura con la sociedad injusta, asegura la posibilidad de la subsistencia, convirtiéndose así en señal del amor generoso de Dios, que provee a los que emprenden el éxodo comenzado por Jesús.

Frente a la confianza en el dinero, que rige la vida de la sociedad injusta, propone Jesús la eficacia del amor, que multiplica la acción creadora y, con ella, los dones creados. El acaparamiento, que se opone al amor, frustra la obra creadora y crea la necesidad. El amor, expresado en el compartir generoso, hace crecer al hombre, devolviéndole su dignidad y su independencia.

La comunidad cristiana tiene como misión hacer visible la generosidad divina a través de la propia generosidad. Tal es el sentido de su vida, que se expresa y se celebra en la eucaristía.

Ante la humanidad, la comunidad encarna la actitud de servicio de Jesús, renunciando al intento de ampararse en el poder para realizar su obra.

La dificultad con que tropieza Jesús es la mentalidad de los que persisten en las categorías de poder. Prefieren un Mesías-rey, un déspota bienhechor que les asegure la vida imponiendo su régimen. La eficacia, sin embargo, no se encuentra en el poder de uno que mande, sino en el amor de todos, que hace presente a Jesús como aquel que se opone al servicio del hombre hasta dar su vida.

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