se dirigió a Felipe: <<¿Con qué podríamos comprar pan para que coman éstos?>>. (Lo decía para ponerlo a prueba, pues él ya sabía lo que iba a hacer).
Ante esa multitud Jesús plantea una cuestión a un discípulo, precisamente a Felipe, el que, reconociéndolo por Mesías, concebía su mesianismo como un calco de los conceptos tradicionales. Felipe, reconociendo en Jesús al Mesías, no creía en su novedad; era para él un continuador del pasado (1,45b Lect.).
La gente necesita comer. El que lleva en sí vida (1,4), el que la promete (4,14) y dispone de ella (5,26) se preocupa de lo necesario para vivir. La escena posee rasgos que recuerdan episodios del Éxodo. Como allí en el desierto, se plantea el problema de la subsistencia, que había sido una tentación para los israelitas, haciéndoles añorar la esclavitud de Egipto. En Éx 16,1-4 Dios mismo responde a la protesta del pueblo, pero se hace rogar. En la escena de Jn, Jesús previene la necesidad del pueblo y sale a su encuentro; muestra así el amor fiel.
La época de Israel en el desierto fue un tiempo en que hubo de mostrar su fidelidad a Dios. El tema de la prueba recurre a lo largo de aquella historia; el pueblo pone a prueba a Dios (Éx 17,2.7), pero, con más frecuencia, es Dios quien pone a prueba al pueblo, para constatar su fidelidad a él y a sus preceptos (Éx 15,25; 16,4; cf. Dt 33,8; Éx 20,20). En su situación de éxodo, Jesús pone a prueba a Felipe, el discípulo a quien él mismo ha invitado a seguirlo y, por eso, en cierto modo, prototipo de todos lo que él llama.
Jesús enfrenta a Felipe y, con él, a la comunidad, con la realidad que tiene delante: existe una multitud que, atraída por la persona y la actuación de Jesús mismo, se ha sumado al éxodo iniciado por él, es decir, desean verse libres de la opresión. Se plantea como problema la subsistencia de esas personas, que no pueden bastarse por sí mismas. Jesús pone a prueba a Felipe abordando directamente la cuestión del dinero como medio para subvenir a la necesidad: ¿Con qué podríamos comprar pan para que coman éstos? La pregunta distingue dos grupos, Jesús y los suyos (podríamos) y la gente que se ha acercado (éstos). Expresa el plural de la comunidad en la que él se incluye. La frase no refleja, pues, un diálogo entre Jesús y la comunidad, sino en el interior de ella, donde se percibe la presencia de Jesús. Éste no se coloca frente a los suyos, creando una alteridad, se integra en su grupo llevándolo al discernimiento comunitario.
El tema del dinero ha aparecido ya en el evangelio. El culto al dinero había desplazado a Dios del templo, y tal ha sido la primera denuncia hecha por Jesús (2,16). El dios de la institución religiosa es el tesoro (8,19-20 Lect.). Éste la ha convertido en espacio de muerte y mentira (8,44), y a eso se debe el éxodo de Jesús. No es extraño que la prueba que él pone a los suyos pretenda constatar su actitud en este punto. Quiere ver si entienden la liberación que él trae, si comprenden la ley del amor y la ruptura que supone su llamamiento.
El dinero y el sistema económico explotador que han dejado atrás son los causantes de la injusticia y del hambre. Se esperaba la justicia y la abundancia para los tiempos mesiánicos, y Jesús, ya reconocido por Mesías (1,41.45.49), quiere ver cómo los concibe Felipe, si éste sigue o no en los antiguos esquemas.
En el contexto, <<comprar>> significa obtener el bien radical, imprescindible para la vida (pan = alimento), a cambio de dinero, no necesario para la vida. Supone un sistema económico en el que alguien (el vendedor) dispone del alimento en abundancia, pero que no lo cede sino bajo ciertas condiciones, dictadas por él mismo (precio). Este sistema crea ineludiblemente la dependencia. La vida (= el alimento) no está directamente al alcance del hombre, sino mediatizada por ciertos individuos que detentan el control. Jesús no acepta tal estructura, pero quiere apreciar hasta qué punto la aceptan sus discípulos.
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