Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar se dio cuenta de que allí no había habido más que un bote y que no había entrado Jesús con sus discípulos en aquella barca, sino que sus discípulos se habían marchado solos.
La datación muestra la íntima conexión con el episodio anterior. Aquella noche, los discípulos habían intentado separarse de Jesús. La gente, en cambio, había permanecido en el mismo sitio; querían continuar en la situación que había dado solución a su indigencia. Desean encontrar de nuevo a Jesús.
Se dan cuenta, por una parte, de que allí había habido una sola barca, la que habían cogido los discípulos, y, por otra, que Jesús no se había embarcado con ellos. Los discípulos se habían marchado solos, como Jesús había subido solo al monte (6,15). La repetición del adjetivo (solo ... solos) muestra la situación violenta e innatural que se había creado. Esto provoca la desorientación de la gente. El punto de referencia para encontrar a Jesús es su comunidad. Cuando ésta se separa de él, no se puede localizar su presencia.
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