domingo, 24 de abril de 2022

Jn 6,39

 Y éste es el designio del que me mandó: que de todo lo que me ha entregado no pierda nada, sino que lo resucite el último día.

Es la primera vez que aparece la expresión el último día (6,39.40.44.54; 11,24; 12,48), que, en este discurso, se repite con insistencia.

Curiosamente, además de los textos citados, se encuentra la expresión <<el último día>> introduciendo un episodio en el templo: El último día, el más solemne de las fiestas (7,37-39), donde Jesús invita al que cree a beber del agua que va a brotar de su entraña. Tal invitación, sin embargo, aunque situada en el presente, no puede hacerse realidad en aquel momento, se hará posible en su muerte, cuando manifieste su gloria y se dé el Espíritu (19,30.34).

Jugando el evangelista con la doble referencia, al presente (en el templo) y al futuro (en su muerte), muestra que la muerte de Jesús, Cordero pascual, será el verdadero último día, el mayor de la fiesta, cuando a todos sea posible acercarse y beber el agua del Espíritu. Al ser ése el último día, será entonces cuando él conceda la resurrección a todos los que el Padre le ha entregado; es decir, el don del Espíritu que lleva consigo el de la resurrección. Por eso afirma en 8,51: Quien cumpla mi mensaje no sabrá nunca lo que es morir. En consecuencia, no aceptará Jesús el sentido que da Marta al último día (11,24), interpretándolo como final de los tiempos, según la concepción de la época. El último día es aquel en que termina la creación del hombre, el día sexto de la muerte de Jesús, cuando acabada su obra entregue el Espíritu (19,30) y la vida definitiva empiece a ser realidad (7,37 Lect.).

Al conceder la resurrección con el don del Espíritu muestra Jesús que la realización del hombre no es un mero producto del proceso histórico. Aparece aquí una de las implicaciones de la frase de Jesús: al elegiros yo os saqué del mundo (15,19). Jesús los sustrae al influjo destructor de la sociedad injusta. Sin salir de ella (17,11: ellos están en el mundo; 17,15: no te pido que los saques del mundo), participando en ella, su comunidad representa una fuerza de vida, por la que la creación va adquiriendo su condición definitiva.

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Jn 21,24-25

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