domingo, 16 de abril de 2023

Jn 14,10

 <<¿No crees que yo estoy identificado con el Padre y el Padre conmigo? Las exigencias que yo propongo no las propongo como cosa mía; es el Padre, que, viviendo en mí, realiza sus obras>>.

La presencia del Padre en Jesús es dinámica; a través de él ejerce su actividad. Jesús, por ser la localización de la presencia del Padre (2,21), lo es de su acción creadora (5,17).

Las exigencias que Jesús propone reflejan las múltiples facetas de la actividad del amor y no son independientes de su persona. Formulan la acción del Padre en él, que es su acción en favor del hombre. El Padre ha realizado su obra en Jesús y, por medio de las exigencias que éste propone expresando su propia experiencia, realiza su obra en la humanidad. Las exigencias de Jesús concretan y acrecientan el amor, que es el Espíritu: por eso comunican Espíritu y vida (3,34; 6,63) y hacen presente a Dios mismo, que es Espíritu (4,24). Esta presencia creciente del Padre en el hombre, como principio de vida y actividad, realiza en él su obra, su designio creador. Así salva Dios al hombre.

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