<<nadie se acerca al Padre sino por mí>>.
Para el discípulo, el Padre no está lejano, su presencia es inmediata una vez nacido del Espíritu (1,13; 3,6). El acercamiento que ha de efectuar es el de la semejanza, la realización del ser de hijo (1,12), que va produciendo una intimidad creciente. Para ello, no hay más camino que Jesús, el Hijo único. La identificación con Jesús, desarrollando por un amor como el suyo la vida recibida de él, lo hace semejante al Padre.
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