<<y al que me ama mi Padre le demostrará su amor, y yo también se lo demostraré manifestándole mi persona>>.
La semejanza con Jesús, efecto del amor a él, provoca una respuesta de amor de parte del Padre (17,23), que ve realizada en el hombre la imagen de su Hijo. La respuesta de Jesús se traducirá en una manifestación personal. El Padre y Jesús, que son uno, responden al unísono. El Padre considera como hijo al que ama igual que Jesús; Jesús lo ve como hermano. Jesús menciona solamente su propia manifestación porque él seguirá siendo el santuario donde Dios habita (2,21): en él se realiza la teofanía.
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