martes, 4 de abril de 2023

Jn 14,2a

 <<En el hogar de mi Padre hay vivienda para muchos; si no, os lo habría dicho>>.

La expresión <<la casa de mi Padre>> había sido aplicada por Jesús al templo (2,16), que había dejado de ser tal para convertirse en un mercado. Aquí el término es diferente: el hogar de mi Padre, que indica, al mismo tiempo, lugar y comunidad de vida. Allí era habitación, como correspondía a un templo; aquí es intimidad, como es propio de la familia (4,53; 12,3). Jn evita el paralelo con 2,16. El nuevo pueblo no va a tener la nostalgia o el anhelo de ver a Dios en su templo o el deseo de habitar en él (cf. Sal 5,8; 23,6; 27,4; 42,2s; 66,13, etc). El Padre va a vivir con el discípulo que cumple el mensaje de Jesús (14,23). Como lo indica el nombre de Padre, Dios pertenece al ámbito familiar. El temor y el misterio de lo sacro pasan a ser confianza y cercanía. Dios está y vive con el hombre.

Jesús es el Hijo de Dios; así lo anunció Juan Bautista desde el principio (1,34; cf. 1,49; 3,16.17.18.35; 5,19ss; 10,36; 11,4.27; 20,31). Ahora anuncia a sus discípulos que el Padre quiere tener más hijos. Éste va a ser el resultado de su misión; ellos van a ser integrados en la familia del Padre (cf. 20,17: a mi Padre, que es vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios).

LIBRO DE LOS SALMOS.

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