sábado, 1 de abril de 2023

Jn 13,34a

 <<Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros>>.

Él se marcha, pero ellos van a quedarse (13,1; 17,11). Jesús los va a constituir como comunidad, dándoles su estatuto y su identidad. Ellos, que lo han reconocido por Mesías (1,41.45.49), van a saber ahora cuál es el fundamento y la característica de la comunidad mesiánica. Les da el mandamiento nuevo, por oposición a la Ley antigua; la Ley de Moisés queda sustituida por el mandamiento de Jesús. Va a establecerse ahora la diferencia entre las dos alianzas: la del legislador y la del Mesías (1,17), la del que habla desde la tierra y la del Esposo-Hijo que pronuncia las exigencias de Dios (3,29.31.34). La alianza basada sobre la realidad del amor y lealtad de Dios no puede tener más Ley que la del amor, que es al mismo tiempo el culto que el Padre busca (4,23s) y el Espíritu que él comunica. Si la gloria de Dios es amor y lealtad (1,14), no puede ser otra su exigencia a los hombres: un amor que responde a su amor (1,16). En realidad, la nueva ley es Jesús mismo como señal alzada que manifiesta y expresa el amor de Dios.

Jesús lo llama mandamiento para oponerlo a los de la antigua Ley. En realidad, el amor no es ni puede ser un precepto impuesto desde fuera, como tampoco lo es para Jesús. Él hace lo que ve hacer a su Padre (1,18), lo que el Padre le enseña (5,19s). Obra por sintonía e identificación con el Padre (10,30; 14,10).

En su mandamiento, Jesús no pide nada para él mismo ni pada Dios, sólo para el hombre. Vuelve a mostrarse que Dios no es absorbente ni acapara al hombre; por el contrario, es un dinamismo expansivo de amor universal, cuyas ondas empujan cada vez más lejos. Es fuente de amor personal, don de sí, que impulsa a darse a los demás. Toda la vida y la actividad han de ser una variada expresión de ese único afán, el de expresar en obras el amor por los otros.


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Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25