domingo, 16 de abril de 2023

Jn 14,12b-14

 <<porque yo me voy con el Padre, y cualquier cosa que pidáis en unión conmigo, la haré; así la gloria del Padre se manifestará en el Hijo. Lo que pidáis unidos a mí, yo lo haré>>.

Jesús da la razón de su afirmación anterior: los discípulos harán obras como las suyas, y aun mayores, porque desde su nueva condición en la esfera divina, él seguirá actuando con ellos. Su muerte no va a poner fin al proceso iniciado por él ni significa tampoco que él vaya a desentenderse del mundo. Los discípulos no están solos en su trabajo ni en su camino. A través de Jesús, el amor del Padre (su gloria) seguirá manifestándose en la ayuda a los discípulos para su misión.

La expresión en unión conmigo formula la experiencia de la comunidad: todos los dones que ésta recibe vienen por Jesús y toda su comunicación con el padre se hace en Jesús. Es una de las expresiones de la realidad simbolizada bajo la figura de la rampa de Jacob (1,51); el cielo va a quedar abierto, es decir, no se interrumpirá ya la comunicación de Dios con los hombres, y el lugar de esa comunicación es Jesús. Él mismo es la presencia del Padre y el acceso al Padre.

La oración de la comunidad expresa su vinculación a Jesús; se hace desde la realidad de la unión con él y a través de él. Tal vinculación, que va a definirse como identificación (14,20), hace de Jesús centro y miembro de la comunidad cristiana; así pone él su potencia a disposición de los suyos: Lo que pidáis unidos a mí, yo lo haré. Esta fórmula se refiere siempre a un verbo plural, pues dice relación a la comunidad. El contenido de la petición son los intereses de la comunidad en cuanto tal, que son los de Jesús, para realizar su obra.

SÍNTESIS

La comunidad de Jesús tiene que recorrer un camino. La metáfora del camino expresa el dinamismo de la vida, que es progresión. Es un vivir que va terminando al hombre. Pero su término puede ser éxito o fracaso. El éxito es la madurez, el pleno desarrollo de las potencialidades. El fracaso, la decadencia, la ruina. Jesús marca la dirección en que el hombre se realiza: es el camino que él mismo ha abierto y trazado, el de la solidaridad con el hombre y la entrega, el del amor creciente. Ahí se encuentra el éxito de la vida, la vida definitiva. Todo otro camino lleva a la nada, a la muerte. La meta es la máxima solidaridad con el hombre, dándose enteramente por él. En ese amor se encuentra al Padre.

Pero Jesús no es solamente el camino como modelo; al mismo tiempo, la energía que él comunica (el Espíritu) impulsa y desarrolla en su misma dirección. Con el Espíritu, Jesús crea una onda de solidaridad con el hombre, de amor desinteresado que sigue sus pasos y lleva a la humanidad al encuentro final con el Padre. Así se constituirá el reino definitivo (3,3.5).

Jesús acompaña siempre a los suyos en ese camino. No es solamente individual, sino comunitario. Su muerte no interrumpe el contacto. Él los acompaña, su amor se asocia al itinerario.

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