domingo, 3 de septiembre de 2023

Jn 20,28

 Reaccionó Tomás diciendo: <<¡Señor mío y Dios mío!>>.

La respuesta de Tomás es tan extrema como su incredulidad. <<Señor>> y <<Maestro>> eran los apelativos que los discípulos usaban para dirigirse a Jesús (13,13) o designarlo (20,2.13.18.20.25). <<El Señor>> es el que lavó los pies a sus discípulos (13,14), anunciando su muerte por ellos, expresión de su máximo servicio (15,13). Al llamarlo <<Señor mío>> Tomás reconoce el amor de Jesús y lo acepta, expresando al mismo tiempo su total adhesión. El posesivo <<mío>>, paralelo al de María Magdalena (20,13: Se han llevado a mi Señor), indica su cercanía a él.

Puede aproximarle el apelativo <<señor>> al de <<rey>>. La insistencia en designarlo como <<el Señor>> después de la resurrección indica que este título se atribuye a Jesús sobre todo a partir de su muerte, cuando ha demostrado en la cruz la calidad de su realeza. <<El Señor>> es el que se ha puesto al servicio de los suyos hasta la muerte (13,5.14 Lect.); así lo indican las señales que ostenta. Es así como Jesús <<se ha hecho rey>> (19,12), llevando hasta el límite la expresión de su amor. En él ha culminado así la condición humana (19,30), y queda abierto el camino para los demás (19,12b.34 Lects.). La expresión de Tomás: Señor mío, es el reconocimiento de la máxima calidad humana realizada en Jesús y equivale en boca del discípulo a la denominación <<el Hombre>> usada por Jesús mismo. Tomás ve en Jesús el acabamiento del proyecto divino sobre el hombre y lo toma como modelo (mío).

Después del prólogo (1,18: el único Dios engendrado) es la primera vez que Jesús es llamado simplemente Dios. Hasta ahora en el relato se había llamado <<el Hijo de Dios>> (1,34.49; 5,25, etc.) o <<el Hijo único de Dios>> (3,16.18, etc.). <<Los Judíos>>, sin embargo, lo habían acusado de hacerse igual a Dios (5,18) o de hacerse Dios (19,33). Al llegar a dar su vida respondiendo al odio con el amor (19,30a Lect.), Jesús ha dado remate a la obra del que lo envió (4,34; cf. 17,19): realizar en el Hombre el amor total y gratuito propio del Padre (17,1c Lect.). La designación <<el Hijo de Dios>>, que apareció al principio en boca de Juan Bautista (1,34), anunciaba, pues, la condición divina afirmada en el prólogo (1,18). Se ha cumplido el proyecto creador: <<un Dios era el proyecto>> (1,1c Lect.).

Las palabras de Tomás: Dios mío, están en relación con las de Jesús a María: Subo a mi Padre, que es vuestro Padre, mi Dios y vuestro Dios (20,17)l. El que tiene por único Dios al Padre, llama <<Dios mío>> a Jesús. Éste es el Dios engendrado, por recibir la vida del Padre, la totalidad de su Espíritu que ha hecho culminar su condición humana en la condición divina. El Padre, único Dios verdadero (17,3), el Dios de Jesús (20,17), está en él (14,10) y es uno con él (10,30). Jesús es su presencia (12,45; 14,9).

Tomás, en su contacto con Jesús, experimenta lo que él les había anunciado: Aquel día experimentaréis que yo estoy identificado con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros (14,20). Tomás ya llegado a descubrir la identificación de Jesús con el Padre (Dios mío) y la identificación con ellos (Señor mío). Se realiza en Jesús el contacto con el Padre (14,9: Quien me ve presente a mí, ve presente al Padre; cf. 1,51 Lect.).

<<Los Judíos>> no conocían lo que significa el amor de Dios al hombre y en el hombre. El Padre, fuente de la vida y de la divinidad, al comunicar al hombre su amor ( = su Espíritu, su vida), le da la posibilidad de hacerse hijo de Dios (1,12). En Jesús, la comunicación total del Espíritu (1,32s) y su respuesta a él (17,19) lo llevó a la condición divina, hizo de él la Palabra/Proyecto hecho hombre (1,14). Pero el amor del Padre, a través de Jesús, quiere realizar su proyecto en todo hombre, comunicándole su Espíritu. Tomás lo confiesa.

Su Dios es el Hombre-Dios, en quien se manifiesta el Padre, único Dios verdadero (17,3).Sólo en Jesús puede conocerse lo que es Dios, pues sólo en el Hombre-Dios brilla en su totalidad el amor de Dios al hombre. El Dios engendrado es así la explicación de la divinidad (1,18).

Dios está cercano, accesible en el Hombre; él es el camino y la meta para todo hombre, la esperanza de la humanidad. Esa adhesión, cercanía e intimidad son las que expresa Tomás con sus palabras: Señor mío y Dios mío.

El proyecto de Dios realizado en Jesús descubre al hombre todo el horizonte de su posibilidad. Capacitado por el Espíritu, que lleva a término la obra creadora, la entrega hasta el don total permite al hombre trascenderse a sí mismo.

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