viernes, 8 de septiembre de 2023

Jn 21,17a

 La tercera vez le preguntó: <<Simón de Juan, ¿me quieres?>>.

La expresión La tercera vez, que se repite inmediatamente después para subrayar su importancia, pone en estrecha relación esta pregunta de Jesús con su predicción de la triple negación de Pedro (13,38: me habrás negado tres veces; cf. 18,15-18.25-27). Con la triple pregunta, Jesús está llevando a Pedro a una rectificación total.

Sin embargo, la tercera no es idéntica a las anteriores, como lo indica su misma introducción: La tercera vez le preguntó; se omite además la indicación de nuevo, que ponía la segunda pregunta en paralelo con la primera. La tercera pregunta no es una más en la serie; no dice, en efecto, <<por tercera vez>>, de modo indeterminado (21,16: por segunda vez), sino determinado, destacándola de las otras dos. Con ella, Jesús va a llegar a la raíz de la actitud que causó la defección de Pedro.

Al preguntarle Jesús si lo amaba, Pedro había profesado dos veces su cariño a Jesús como amigo (21,15.16: tú sabes que te quiero); Jesús cambia ahora el verbo <<amar>>, que había utilizado antes, por el verbo usado por Pedro mismo: ¿me quieres? Con ello lo hace fijarse en lo que ha dicho y le pregunta si está seguro de lo que afirma. No omite tampoco en esta ocasión llamarlo Simón de Juan, apelativo que sigue recordando su antigua postura.

Pedro ha afirmado dos veces ser amigo de Jesús, que había dicho: Vosotros sois amigos míos si hacéis lo que os mando (15,14), amar como él hasta dar la vida por los amigos (15,12s). Con su pregunta hace Jesús recapacitar a Pedro; <<ser amigo>> significa renunciar para siempre al ideal mesiánico que se había forjado, el de un Mesías poderoso, apoyado en el poder y la fuerza (18,10); a una relación de inferior a superior (13,6-8); a un trabajo de siervos o asalariados al servicio de un señor (15,15). Jesús no pretende ser servido como señor; con él y como él, el servicio ha de prestarse a todos (13,14). El camino de Jesús no ha sido el de la grandeza humana (19,2-3 Lect.), sino el de la cruz, porque la única grandeza es la del amor dispuesto a darse hasta el final (19,21b Lect.). Pedro ha de tener esto presente para responder a Jesús por tercera vez, que será la definitiva, como lo fue su tercera negación. Fue su obstinación en no aceptar este tipo de mesianismo la que lo llevó hasta renegar de Jesús.

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Jn 21,24-25

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