Y dicho esto, añadió: <<Sígueme>>.
La invitación de Jesús a Pedro está estrechamente ligada a su predicción anterior (dicho esto), que ha expuesto el desenlace del seguimiento, y a la explicación de la misma (Esto lo dijo), que le ha dado su sentido (manifestar la gloria de Dios). Ahora que Pedro sabe el final del camino, Jesús lo invita por primera vez a comenzarlo (cf. 13,36: Adonde me marcho no eres capaz de seguirme ahora, pero me seguirás finalmente).
Esta invitación que hace Jesús a Pedro al final del evangelio es la misma que hizo a Felipe antes de comenzar su actividad. Los dos primeros discípulos, preparados por Juan Bautista, siguieron espontáneamente a Jesús (1,37). Felipe lo siguió respondiendo a su llamada (1,43). Pedro, en cambio, aún no lo había seguido. Intentó hacerlo, pero se detuvo por miedo (18,15ss). La profesión de fe que hizo en Cafarnaún en nombre del grupo (6,68s) no se había traducido en la práctica. Sólo ahora que sabe y acepta la meta de su seguimiento podrá seguir a Jesús.
Una vez que, renunciando a su Mesías imaginario, se ha vinculado a Jesús, ha aprendido de nuevo su mensaje bajo la figura del pastoreo y ha deshecho sus negaciones con su triple profesión de amistad, tiene que recomenzar su discipulado y seguir los pasos de Jesús en su vida y en su muerte. Dejada aparte su obstinación, que le impedía comprender a Jesús, tiene que volver al principio, adonde estaba Felipe, e ir aprendiendo de nuevo toda la vida de Jesús hasta llegar a la cruz, como él. Jesús lo invita al seguimiento del que es símbolo la eucaristía: asimilarse a su vida y muerte.
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