viernes, 8 de septiembre de 2023

Jn 21,15e

 Le dijo: <<Apacienta mis corderos>>.

Ante la declaración de amistad de Pedro, Jesús le pide una muestra de ella, que no puede consistir más que en su entrega a los demás. 

La pesca representaba la misión en cuanto movimiento hacia dentro, la recogida del fruto (4,36), la integración de otros en la comunidad. Ahora Jesús emplea otra imagen, la del pastoreo, que la representa como movimiento hacia fuera, la entrega del discípulo. <<Apacentar>> significa procurar alimento; ahora bien, la comunidad lo procura compartiendo el suyo propio y dándose a sí misma en el don, como Jesús había mostrado en el episodio de los panes (6,11), recordado en el episodio anterior (21,9.13). Los discípulos, como Jesús, han de dar el doble alimento: el pan que se acaba y el que dura dando vida definitiva, es decir, en su don han de darse ellos mismos (cf. 6,27); así, en su amor, se hará presente el de Jesús y el del Padre, comunicando la vida.

Los términos usados en este pasaje: corderos, ovejas, lo ponen en relación con 10,1ss. La condición para encontrar pasto es <<entrar por la puerta>>, que es Jesús (10,9), es decir, seguir su modo de actuar prestando servicio hasta la muerte. Procurar pasto o alimento es comunicar vida, y esto solamente puede hacerse estando dispuesto a darlo todo (12,24). Llevar a pastar significa colaborar con Jesús en esta labor de dar vida, pues los corderos son suyos, y sólo puede hacerse en unión con Jesús, que es la vida (14,6) y el dador de vida (10,10). Es Jesús mismo la vida que hay que comunicar, secundando el dinamismo de su Espíritu, que lleva a la entrega personal.

En sus tres exhortaciones (vv. 15-17) usa Jesús dos términos figurados para designar a los destinatarios de la misión: corderos y ovejas, ambos sin connotación de género. Indican, en el rebaño, a los pequeños y a los grandes y, con esta oposición, se engloba la totalidad del rebaño. Traduciendo a términos personales, indican que la misión se dirige a toda clase de hombres, sin discriminación basada en su importancia.

En primer lugar, sin embargo, utiliza Jesús el término que designa a los pequeños, contraponiéndolo a la pretensión de Pedro de ser el primero. La prueba de su amor será ponerse al servicio de los más humildes.

Esta primera exhortación de Jesús se opone directamente a la actitud de Pedro en el lavado de los pies, cuando consideraba indigno de Jesús ponerse al servicio de sus <<inferiores>>. Jesús destruyó en aquella ocasión toda idea de superioridad y precedencia, creando una comunidad de iguales, en las que él mismo, aun siendo su centro, se pone al nivel de amigo (15,13-15). Pedro ha de aceptar esta lección y obrar en consecuencia.

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