Pedro, entonces, al verlo, le preguntó a Jesús: <<Señor, y éste, ¿qué?>>.
Ver al otro discípulo provoca en Pedro (entonces) una reacción. Está seguro de la fidelidad de este discípulo, que nunca ha abandonado a Jesús; pero, después de su seguimiento fracasado en el atrio del sumo sacerdote (18,15-19), no lo está de la suya propia. Había ya llegado al sepulcro siguiendo a este discípulo (20,6); ahora que, finalmente, Jesús lo ha invitado a seguirlo y le ha anunciado como meta una muerte como la suya, piensa hacerlo con mayor seguridad yendo detrás de aquel que lo acompañó hasta la cruz (19,26s). Por eso pregunta por la ruta del otro; imitándolo a él evitará toda desviación.
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