Le preguntó de nuevo, por segunda vez: <<Simón de Juan, ¿me amas?>>.
Al repetir el apelativo: Simón de Juan, recuerda de nuevo Jesús a Pedro la actitud que lo llevó a negarlo. Su pregunta es ahora más breve y, por ello, más incisiva. No compara ya adhesiones, va más a fondo; le pregunta si realmente está identificado con él, si de verdad lo toma por modelo, renunciando a todo otro ideal o prototipo de Mesías que se hubiera forjado.
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