Replicó Jesús: <<Dejaos de criticar entre vosotros. Nadie puede llegar hasta mí si el Padre que me mandó no tira de él, y yo lo resucitaré el último día>>.
Jesús no entra en discusión acerca de su origen divino o humano; interrumpe el comentario, denunciando la actitud que delatan sus críticas. Para acercarse a él hay que dejarse empujar por el Padre, pero ellos no reconocen que Dios es Padre y está a favor del hombre (5,37s). Ese es el motivo de su resistencia. El Padre empuja hacia Jesús, porque éste es su don, la expresión de su amor a la humanidad (3,16; 4,10). Ellos, que no se interesan por el hombre, no esperan ese don ni lo desean (2,9b-10 Lect.). La actividad de Jesús en favor de los oprimidos no los interpela, siendo el único criterio para entender quién es Jesús, su misión divina y la presencia del Padre en él (5,36; 10,38). Atrincherados en su teología, que les impide ser dóciles a Dios, no aceptan a Jesús.
La resurrección era admitida y defendida por la escuela farisea, como premio a la observancia de la Ley. Jesús afirma que no depende de esa observancia, sino de la adhesión a él. No hay más resurrección que la que él da y que va incluida en la vida que él comunica (6,39 Lect.). Él es el único que dispone de la vida (5,26).
No hay comentarios:
Publicar un comentario