domingo, 5 de febrero de 2023

Jn 12,19

 A esto, los fariseos se dijeron entre ellos: <<Estáis viendo que no adelantáis nada; mirad, todo el mundo ha ido detrás de él>>.

Fuera de esta concentración, formada por Jesús y la multitud, queda el grupo fariseo, que no participa. Entre los dos polos: Jesús, la luz de la vida, y los fariseos, la tiniebla, se encuentra la multitud, que pasa de la tiniebla a la luz.

Ante el impacto que produce Jesús reaccionan los fariseos en el interior de su círculo (entre ellos). Su modo de hablar (no adelantáis nada, en vez de <<no adelantamos nada>>) muestra que no hacen simple comentario pesimista de la situación, sino que se echan unos a otros la culpa de lo que sucede. Ninguno se hace responsable. Están unidos contra Jesús, pero ante el fracaso se dividen (cf. 9,16).

La frase todo el mundo lleva la carga teológica del prólogo (1,9s). El mundo, la humanidad, puede reconocer la luz y abandonar las tinieblas, renunciando a su pecado (1,29: el pecado del mundo), la integración en un orden injusto (8,23 Lect.). Es Jesús quien ofrece la verdadera alternativa, y así quita el pecado. Los fariseos constatan que la multitud se marcha con Jesús: no forma un cortejo que se acerque a lo que ellos representan, sino una manifestación que se aleja para irse con el que ellos han condenado a muerte (11,47.53). Jesús introduce en la historia una dinámica de sentido contrario a la que existe; para ellos y sus sistema, significa la ruina.

La mención de los fariseos en este lugar prepara la de la Ley en 12,34. La multitud anhela la vida que existe en Jesús y en los suyos (Lázaro). Pero en su aclamación está latente un equívoco; Jesús intenta deshacerlo montándose en el borrico, pero ni si quiera sus discípulos lo comprenden. El pueblo espera un rey que haga justicia instalándose en el poder (el rey de Israel). Aunque están con Jesús, no entienden su programa. Él da vida al hombre desde dentro, dándole la fuerza del Espíritu. Ellos, en cambio, la esperan desde fuera, de la reforma hecha por un rey justo; no desean salir de su dependencia.

La multitud se ha ido con Jesús, pero sin abandonar sus propios ideales. Situación ambigua, que prepara la decepción.

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Jn 21,24-25

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