sábado, 4 de febrero de 2023

Jn 12,4-5

 Pero dijo Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que iba a entregarlo: <<¿Por qué razón no se ha vendido ese perfume por trescientos denarios y no se ha dado a los pobres?>>.

En la comunidad se alza una voz discordante. Al calificar Jn a Judas como uno de sus discípulos, lo considera perteneciente al grupo, uno que se profesa miembro de él y convive con los demás. No todos los discípulos, por tanto, aceptan el mensaje de Jesús. Judas es aquel que nunca lo ha aceptado; desde el principio sabía Jesús que lo iba a entregar (6,64). Es un enemigo (6,70s). La razón se indicará más adelante (12,6).

Vuelve a resaltar el contraste: uno que es discípulo va a entregar a Jesús. El que fue calificado como uno de los Doce (6,71), lo es ahora como uno de sus discípulos. Como ya había aparecido, el número doce designa a la comunidad entera en cuanto heredera de las promesas de Israel (6,70 Lect.).

Jesús va a morir a manos de <<el mundo>>, pero su muerte necesitará la cooperación de un discípulo. El traidor dentro de los suyos es el máximo peligro para él.

La pregunta de Judas es una protesta. La cifra, trescientos denarios, representa una suma considerable, pues el denario era el jornal de un obrero: equivale, por tanto, casi a un año de trabajo. Es mayor que la que Felipe estimó insuficiente para calmar el hambre de la multitud (6,7). Judas sigue en las categorías del dinero (vender, cf 6,5: comprar, cf. Lect.), profesa los principios de la explotación (2,14: los vendedores en el templo).

Prefiere el dinero al amor y, por tanto, a Jesús. En realidad está poniendo precio a su persona. Ha tasado lo que no tiene precio. Resuena de nuevo el texto del Cantar: Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable (8,7). Judas no cree en el amor generoso; el dinero es para él el valor supremo. María desvaloriza el dinero; Judas, el amor.

El pretexto que aduce pone la actividad exterior de la comunidad por encima de la expresión de su propia vida. Al no participar de los valores del grupo, quiere disimular su falta de integración apelando a una actividad que es en realidad una evasión; habla como si se pudiese amar a los de fuera sin amar a los de dentro, o como si el amor no fuese la identidad y distintivo de la comunidad y la plataforma necesaria para el testimonio, del que deriva la posibilidad de la fe para el mundo (13,34s; 17,22).

Pretende oponer los pobres a Jesús. Estima que la muestra de amor debe darse únicamente a ellos; ésta es, al menos, la justificación expresada en sus protestas. Para remediar la situación de los pobres propone los medios que ya se han revelado ineficaces (6,5-7). Sin embargo, el agradecimiento expresado por el perfume demuestra precisamente que la comunidad está cerca de los pobres: se agradece a Jesús la vida que de él se recibe y que el discípulo posee para entregarla a los demás. Este agradecimiento es compromiso.

Como solución a la pobreza propone Judas la limosna en vez de la comunidad; ésta no vive en estructuras de dinero (compra-venta), sino de acción de gracias y puesta en común (6,11), de amor compartido y que comparte.

En todo caso, piensa que nadie, ni Jesús mismo, merece un amor total. No está dispuesto a darlo todo por nadie en concreto; se refugia en lo genérico, en la masa abstracta (los pobres).

Sin embargo, el único modo de llegar a los pobres es identificarse con Jesús, que da vida dándose él. Cuanto mayor sea la asimilación a él, más cerca se estará de los pobres. Solamente a través de Jesús encuentran éstos la salvación, porque la pobreza está causada por la negativa a entregarse generosamente. No basta dar, hay que darse, y sólo por identificación con Jesús se puede amar así.

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