martes, 28 de febrero de 2023

Jn 12,36b

 Así habló Jesús. Luego se fue, ocultándose de ellos.

Después del aviso que ha dado, Jesús se aleja. Ha terminado su contacto con Israel, que no le ha dado su adhesión como Mesías; <<los suyos>> no lo han recibido (1,11). Ha querido darle la última oportunidad de escapar de la muerte que los domina, pero la Ley (12,34) enseñada por los fariseos (12,19) les impide ver. Los muertos han oído su voz, pero no la han escuchado (5,25).

SÍNTESIS

La perícopa propone la opción de Israel ante su Mesías, que acaba siendo negativa. Se oponen dos concepciones mesiánicas: el pueblo, modelado en la tradición que transmiten los dirigentes, concibe al Mesías en términos de realeza humana y, por tanto, de poder. Jesús, en cambio, se presenta como el Mesías que cumple las promesas del AT, pero interpretadas a otra luz, la de Dios creador. Por eso identifica al Mesías como <<el Hombre>>, que lleva su amor hasta el límite dando su vida para salvar al hombre, llevándolo a su plenitud. Anuncia, por eso, su muerte como componente esencial de su mesianismo. Advierte al mismo tiempo a sus discípulos que seguirlo en esa entrega es la condición para la fecundidad en la misión.

Aparece ahora con más claridad el significado de la escena de Betania (12,1ss). Es allí donde Jn describe por anticipado la relación del Mesías con su pueblo comunidad. No será el Señor que domina, sino el amigo que toma puesto a la mesa con los suyos: el Esposo que recibe el homenaje de la esposa; el dador de vida centro de la comunidad de los vivos. El marco no son grandiosas instituciones, sino el ámbito doméstico; el horizonte de su comunidad no es la grandeza humana, sino el amor a los pobres.

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