Vino entonces una voz desde el cielo: <<¡Como la manifesté, volveré a manifestarla!>>.
La respuesta confirma la actitud de Jesús. La voz procede <<del cielo>>, es decir, de la esfera divina, de donde había procedido el Espíritu que permaneció en él (1,32).
El término <<voz>> significa también <<trueno>> (hebr. qol, Éx 19,16.19 LXX), y así lo interpretará una parte de los presentes (12,29). Tal era la voz de Dios cuando hablaba con Moisés (Éx 19,19).
La bajada del Espíritu fue para Jesús la manifestación de la gloria-amor del Padre (1,32), constituyéndolo <<el Hijo de Dios>>, según el testimonio de Juan Bautista (1,34); ésta fue la comunicación de la gloria del Padre a Jesús (1,14). La voz ahora se dirige al pueblo (12,30) y promete una manifestación de la gloria-amor visible para todos. Será la nueva teofanía, que sustituye a las del AT; por el vocabulario del contexto (voz-trueno, levantado en alto-subida al monte), toma el significado de teofanía de la alianza, la que fue anticipada en Caná (2,11 Lect.).
Aparecen los contrastes entre la antigua teofanía, hecha a Moisés, y la nueva en Jesús. Dios hablaba solamente con el mediador, en lo alto del monte, mientras el pueblo tenía que quedar a distancia, bajo pena de muerte para los transgresores (Éx 19,10-25). Aquella altura significaba aislamiento y soledad del mediador con Dios. Jesús, en cambio, promete el acceso de todos a esta nueva teofanía, pues cuando él esté levantado, en la altura, tirará de todos hacia sí (12,32), para que allí, donde está él, estén todos (12,26).
Es más, ni siquiera Moisés, el mediador, pudo contemplar la gloria de Dios (Éx 33,18-34,13), e incluso los israelitas no podían fijar la vista en el resplandor de su rostro cuando bajó del monte (Éx 34,29-35). Ahora, en cambio, la gloria de Dios va a ser visible para todos en Jesús, en quien va a brillar hasta el máximo su amor fiel por el hombre (1,14; 12,45).
Al pedir Jesús al Padre que manifieste su gloria, está pidiendo por el pueblo, por la humanidad entera, pues de esa manifestación de amor-vida depende la salvación del mundo (17,1-2). Dios dará remate a su obra con el don total de Jesús; el designio del Padre es dar vida (6,39s), y quedará terminado cuando Jesús en la cruz se convierta en principio de vida comunicando el Espíritu (19,30.34 Lects.).
La voz del cielo es el segundo mensaje divino que aparece en el evangelio. El primero se dirigió a Juan Bautista, para darle a conocer a Jesús y anunciarle cuál sería su misión (1,33). Ahora, al principio de la etapa final, hay otro mensaje divino que anuncia a la multitud el propósito del Padre, confirmando la misión de Jesús. Aquel mensaje describía su investidura, preparando su actividad; éste se verifica cuando, terminada su actividad, llega su hora, en la que va a culminar su obra.
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