sábado, 4 de febrero de 2023

Jn 12,7

 Dijo entonces Jesús: <<¡Déjala!, que lo guarde para el día de mi sepultura>>.

El homenaje que tributa la comunidad a Jesús tiene por motivo la victoria de la vida sobre la muerte. Cuando llegue el momento de la muerte de Jesús deberán renovarlo, afirmando de nuevo esa victoria; lo que ya han visto en Lázaro, habrán de creerlo en él.

A pesar de su recomendación, el perfume no será conservado. Los discípulos, representados por José de Arimatea (19,38 Lect.), se olvidarán de llevar esta libra de perfume, aceptando, en cambio, para la sepultura, las cien libras de aromas que lleve el fariseo Nicodemo (19,39). Intentarán perpetuar la memoria de Jesús como la de un difunto ilustre; no habrán aprendido que el dador de la vida es la vida misma (14,6).

Sólo la fe en la potencia de la vida, traducida en adhesión y amor a Jesús, garantizará la permanencia de la comunidad en él (15,4.9s), condición para su existencia y para su fruto. Sin esta fe no podrán ocuparse de los pobres.

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