así se cumplieron las palabras que dijo el profeta Isaías: <<Señor, ¿quién ha creído nuestro anuncio? y ¿a quién se le ha descubierto la fuerza del Señor?>>.
En lo que sucede, Jn ve el cumplimiento de un texto de Isaías (53,1), que el profeta aplicaba al Siervo de Dios. Describe así el rechazo del mensaje de Jesús, y, en consecuencia, la imposibilidad de interpretar sus señales liberadoras (su brazo / su fuerza). Era la fuerza de Dios mismo, pues las obras que realizaba eran las del Padre (5,36; 9,4; 10,25.38), que mostraba con ellas su amor al hombre.
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