sábado, 4 de febrero de 2023

Jn 12,3

 Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo auténtico, de mucho precio, le ungió los pies a Jesús y le secó los pies con el pelo. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

El gesto de María muestra su agradecimiento por el don de la vida; el precio del perfume es símbolo de su amor sin tasa.

Para describir la escena utiliza Jn el lenguaje del Cantar, mostrando que María, representante de la comunidad, asume el papel de esposa respecto a Jesús. Así Cant 1,12: <<Mientras el rey ( = el esposo) estaba en su diván (cf. Jn 12,2: reclinado), mi nardo despedía su perfume>> (Jn 12,3). El tema de los cabellos se encuentra en Cant 7,6: <<Con tus trenzas cautivas a un rey>>.

El perfume que derrama María es símbolo del amor de la comunidad por Jesús, que responde al amor que él le ha mostrado comunicándole la vida (1,16 Lect.). Al secarle los pies con el pelo, en el cual queda cautivado el esposo (Cant 7,6) se insinúa el amor con que corresponde a los suyos.

La frase final: la casa se llenó de la fragancia del perfume, contrasta con Jr 25,10 (LXX): <<Haré cesar la voz alegre y la voz gozosa, la voz del novio y la voz de la novia, la fragancia del perfume y la luz de la lámpara>>. Con Jesús, el esposo, ha vuelto la alegría que llenó a Juan Bautista (3,29); existe de nuevo la fragancia del amor. En Cant 1,3 (LXX) se identifica con el esposo: <<La fragancia de tus perfumes supera todos los aromas, perfume derramado es tu nombre, por eso las doncellas se enamoran de ti>>. La casa entera, la comunidad, se llena de la fragancia del Espíritu, amor recibido de Jesús y devuelto a él, vínculo de unión entre los discípulos.

La comunidad de Jesús se reúne en una casa que es al mismo tiempo su hogar. El término pertenece a la vida familiar, sin connotación religiosa. La casa-hogar se nombró por primera vez en el episodio del funcionario, donde aludía a la universalidad de la misión (4,53: su familia). Las comunidades de Jesús no se establecen en el área de lo sagrado, sino en la de lo humano. Pero, al mismo tiempo, esta casa-hogar es ya la del Padre, donde Jesús ha preparado sitio a los suyos (14,2s).

La comunidad cristiana celebra, pues, la nueva vida, la creación del hombre por obra de Jesús. En esa celebración Jesús está presente, y el amor y agradecimiento que se le expresa redunda en la comunidad, llenándola del Espíritu. Éste es perfume porque es vida e inmortalidad, oponiéndose al hedor que temía Marta de su hermano muerto (11,39). Aquel hedor irremediable se ha cambiado en perfume, porque la comunidad sabe ahora que la vida ha vencido a la muerte. Jesús ha llevado a cabo el designio de Dios sobre el hombre, dándole la vida definitiva. De ahí el precio del perfume. Esta vida sobrepasa todo precio.

El homenaje de la comunidad a Jesús es el de un amor auténtico, fiel, que mantendrá la lealtad a él en medio de la persecución de que es objeto.

Los datos del texto en torno a la unción pueden resumirse así: El perfume se ofrece a Jesús dentro del banquete, forma parte del homenaje que le rinde la comunidad como dador de vida. Por la alusión al Cantar, representa el amor que la esposa tributa al Esposo, el amor fiel (auténtico). Se ungen los pies de Jesús; el homenaje se convierte en servicio, señal de acogida, y recuerda el lavado de los pies que hará Jesús a los suyos y que será norma de la comunidad como expresión del amor mutuo. El perfume en lugar del agua identifica el servicio con el amor. Este amor, que tiene como centro a Jesús, llena la casa, es decir, se extiende a todos y crea el ambiente de la comunidad.

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