<<A quien me ayude lo honrará el Padre>>.
En paralelo con 8,50, donde Jesús afirmaba que el Padre se ocupa de su gloria, declara aquí que también se ocupa del honor de los discípulos. Ellos van a perderlo, como él, en su enfrentamiento con el mundo, van a renunciar al honor humano (5,41; 7,18), pero van a recibirlo del Padre (5,44); él los acogerá como hijos.
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