domingo, 19 de febrero de 2023

Jn 12,34a

 Le replicó la gente: <<Nosotros hemos aprendido de la Ley que el Mesías sigue para siempre>>.

La Ley, como a menudo en Jn, significa los escritos del AT en cuanto se los considera como un todo cerrado y absoluto. Su auténtico papel, como Escritura (5,39), consistía en anunciar y preparar la futura intervención de Dios en la historia, de la que los acontecimientos pasados no eran sino figura y los oráculos anticipación. En las escuelas del tiempo se habían absolutizado aquellos escritos, atribuyéndoles un carácter definitivo. No se esperaba novedad alguna; todo había de suceder como estaba ya dicho en la <<Ley>> y en su interpretación autorizada (cf. 7,27). La fe en el Dios de la historia se había transferido al libro.

Los textos del AT que se interpretaban en sentido mesiánico incluían la idea de un reinado sin fin. Así Sal 89,4-5: <<Sellé una alianza con mi elegido jurando a David mi siervo: - `Te fundaré un linaje perpetuo, te construiré un trono perdurable`>>; Sal 110,1: <<Voy a hacer de tus enemigos estrado de tus pies>>; Is 9,6: <<Para dilatar el principado, con una paz sin límites, sobre el trono de David y sobre su reino. Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre>>.

Conociendo estos y otros textos, la multitud espera como solución definitiva el gobierno de un rey davídico (7,42). Han aclamado a Jesús como Mesías (12,13: el rey de Israel), y creen que ese rey y el esplendor de su reinado ha de durar para siempre. Jesús, en cambio, ha identificado al Mesías con <<el Hombre levantado en alto>>. No es un Señor a quien hay que obedecer, sino una meta que hay que alcanzar. El Hombre es la luz del mundo.

Se unen aquí el contenido de las dos grandes revelaciones mesiánicas del evangelio: la respuesta de Jesús a la samaritana, que proponía la cuestión en clave teológica (4,25s: el Mesías), y su pregunta al ciego curado, en la que Jesús mismo la propuso en clave antropológica (9,35s: el Hombre). También aquí se define Jesús como <<el Hombre>>: es la multitud la que habla de Mesías. El proyecto creador, la plenitud humana, es el mismo para toda la humanidad: Israel no tiene un Mesías diferente del de los demás pueblos (4,42: el salvador del mundo).

     

     

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