sábado, 11 de febrero de 2023

Jn 12,31

 <<Ahora hay ya una sentencia contra el orden este, ahora el jefe del orden este va a ser echado fuera>>.

El orden este, el sistema de poder, es el enemigo de Jesús y de sus discípulos (12,25; cf. 8,23). <<El jefe del orden este>> es el señor que lo rige. La expresión <<el jefe del orden/mundo este>> (12,31; 16,11) o, simplemente, <<el jefe del mundo>> (14,30) es propia de Jn en el NT.

En 8,23 se distinguían dos pertenencias, a la esfera <<de arriba>>, la de Dios, y a la de <<de abajo>>, que se identificaba con <<el orden este>>. La pertenencia a una u otra se debe a la correspondiente paternidad: la del que tiene por Padre a Dios, por haber recibido el Espíritu (Jesús), y la de los que tienen por padre al Enemigo (<<el diablo>>), el asesino y embustero (los dirigentes, 8,44). El jefe del orden este personifica el círculo de poder, los dirigentes, hijos y agentes de ese <<padre>> que, como se ha visto, designa al dios-dinero (el tesoro del templo, 8,44a Lect.).

En el episodio del ciego (9,13-34) había tenido lugar un proceso: los dirigentes judíos habían condenado al ciego y en él a Jesús. El proceso concluyó con la expulsión (9,34: y lo echaron fuera). Creían que al excluirlo de su institución lo excluían de Dios y  del pueblo de las promesas (9,22: sinagoga).

Después de esta escena anunciaba Jesús a los fariseos que él había venido a abrir un proceso contra el orden este (9,39). Llegada su hora (12,23), y hecho definitivo el rechazo (11,53), afirma que el proceso allí anunciado ha tenido lugar y que la sentencia existe. Negarse a aceptar a Jesús es negarse a ir a la luz (3,19) y, por tanto, dictar la propia sentencia. Creyendo excluir a Jesús, como lo hicieron en la persona del ciego, son en realidad ellos mismos los que se excluyen de la luz y de Dios, pues Jesús y el Padre son uno (10,30; 12,45). Alardeando de conocer a Dios y su voluntad a través de la interpretación de la Ley, han arrojado fuera al ciego. Pero, al no aceptar a Jesús y rechazarlo definitivamente, son ellos los que han de ser arrojados fuera. Se invierten, pues, los papeles; los que creían juzgar son los juzgados; los que pretendían expulsar son los expulsados; los que pretendían expulsar son los expulsados; los que pensaban estar dentro son los que están fuera. No hay más <<dentro>> que el ámbito de Jesús, que es el del Padre (14,20). El que no permanece en él (15,4ss) es arrojado fuera (15,6), pero al que está unido a él nadie podrá arrebatarlo (10,29).

La sentencia existe debido a la opción hecha por la institución judía contra el amor del Padre (3,19: Ahora bien, ésta es la sentencia, que la luz ha venido al mundo y los hombres han preferido la tiniebla a la luz, porque su modo de obrar era perverso; cf. 7,7). El sistema de poder sellará su opción, ejecutando la condena a muerte que ya han pronunciado contra Jesús (11,53). La motivación común y la unidad del intento de los dirigentes está expresada en la personificación <<el jefe del orden este>>. Su oposición a Dios llegará a matar al que es su misma presencia. Las instituciones son instrumento del Enemigo.

La eliminación de <<el jefe del orden/mundo este>> está en relación con la misión del Cordero de Dios: quitar el pecado del mundo (1,29). La sangre del Cordero pascual va a liberar de la esclavitud del pecado (8,23 Lect.). El jefe del orden este es el usurpador que destruye la creación de Dios, y ha de ser destronado.

Con este lenguaje (<<ahora ya hay/ahora es>>) proclama Jesús la sustitución de las instituciones de Israel centradas en el templo, que ha de desaparecer, como lo había anunciado desde el principio (2,19.21). La frase <<ahora es>> se encontraba en el episodio de la samaritana (4,23: se acerca la hora, o, mejor dicho, ha llegado) para anunciar la desaparición de los templos; y en la controversia sobre la curación del inválido (5,25), predecía el levantarse de los muertos en vida (5,3), sometidos por la Ley (5.10.18).

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