Replicó Jesús: <<Ni sabéis quién soy yo ni sabéis quién es mi Padre; si supierais quién soy yo, sabríais también quién es mi Padre>>.
Jesús no contesta a la pregunta, pero descubre el origen y las consecuencias de su oposición. Por no reconocerlo a él, no reconocen a Dios. El único rostro de Dios es Jesús. La ignorancia que ellos habían fingido en su pregunta irónica, Jesús se la confirma seriamente: Quien no sabe quién es él, que actúa en favor del hombre, no sabe quién es el Padre, que es Dios a favor del hombre. Los que se precian de su fidelidad a Dios por la observancia no lo conocen. Para los hombres de la Ley, Dios no es reconocible como Padre.
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