Al enterarse Marta de que llegaba Jesús, le salió al encuentro (María estaba sentada en la casa).
Jesús está llegando, su venida a la comunidad es continua. Marta tiene que salir a su encuentro. Expresado aquí en términos de movimiento, es el mismo encuentro que va a tener lugar en términos de confesión: el recorrido de la fe de Marta. Responde así al movimiento de Jesús. El encuentro entre Jesús y los suyos es siempre la confluencia de dos movimientos (1,38). El vino a los suyos (1,11), pero cada uno ha de acercarse a él (6,37). María, que no se entera de que Jesús llega, sigue en la casa donde se expresa la solidaridad en la muerte. Allí no puede entrar Jesús. Está sentada: la muerte del hermano, que para ella ha significado el término de su vida, la reduce a la inactividad; esa idea de la muerte como destrucción paraliza a la comunidad y la hace permanecer en el ambiente del dolor, mezclada con los que no tienen fe en Jesús.
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