Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se le echó a los pies, diciéndole: <<Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto>>.
El dolor de María es más expresivo que el de Marta. Las palabras que dirige a Jesús son casi idénticas a las de su hermana, pero expresa en primer lugar el recuerdo de Lázaro. Como las de Marta, son un reproche implícito a Jesús por no haber evitado la muerte de su hermano. La repetición, en estricto paralelo, convierte esta frase en el leitmotiv de los encuentros. Jn subraya no ser misión de Jesús preservar a los suyos de la muerte natural.
Jesús no le responde. El dolor de esta muerte no puede encontrar más consuelo que la vida misma. A la queja de Marta había respondido con las palabras de vida. En contraste con el pésame de los judíos, solidaridad sin eficacia, Jesús no pronuncia palabras de consuelo ni exhorta a la resignación. Va a llamar a Lázaro a que salga del sepulcro.
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