domingo, 8 de enero de 2023

Jn 11,38b

 Era una cueva y una losa estaba puesta en la entrada.

La precisión dada por Jn, que el sepulcro era una cueva, recuerda el sepulcro de los patriarcas, la cueva de Macpela, donde fueron sepultados Abrahán, Isaac y Jacob (Gn 49,29-32; 50,13). La cueva-sepulcro está ligada a los orígenes del pueblo. En oposición al sepulcro nuevo de Jesús, donde nadie había sido puesto todavía (19,41), éste es el antiguo, el sepulcro de Israel donde todos han sido puestos. Lázaro ha sido enterrado a la manera y según la concepción judía, para <<reunirse con sus padres>> (Gn 15,15); <<con los suyos>> (Gn 35,28); <<con su pueblo>> (Gn 49,33 LXX). La losa, que cierra el paso y es símbolo de la definitividad de la muerte, completa el significado de la cueva. Separa dos mundos, el de los muertos y el de los vivos, y aplaza la resurrección hasta el último día, según la concepción judía expresada por Marta (11,24).

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