<<pero, incluso ahora, sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará>>.
Es la primera de las dos cosas que sabe Marta (cf. 11,24), ambas por debajo del nivel de fe propio del discípulo. No penetra la realidad de Jesús, lo ve como un mediador infalible ante Dios, sin comprender que el Padre y Jesús son uno (10,30) y que las obras de Jesús son las del Padre (10,32.37).
Se percibe en las palabras de Marta la esperanza de una intervención taumatúrgica de Jesús; como el funcionario, espera la salvación desde fuera. El profeta Eliseo había resucitado un muerto (2 Re 4,8ss). Marta estima que también Jesús, con su intervención, puede restituir la vida a un difunto.
No sabe que el Padre ha entregado a Jesús todos los que se le acercan para que el mismo Jesús les dé la vida definitiva y la resurrección (6,37-40). Ésta no es una excepción para un caso particular; está contenida en la vida misma que él comunica. La salvación que trae Jesús no se realiza por actos aislados, que no cambian la condición humana: consiste en una transformación desde dentro del hombre entero, confiriéndole una calidad de vida que es indestructible. Marta no ha comprendido aún hasta donde llega el amor del Padre a Jesús (3,35: el Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano), ni que el Padre le enseña a hacer todo lo que él hace (5,20); lo mismo que el Padre, Jesús dispone de la vida para comunicarla (5,21.26).
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