Ella le contestó: <<Sí, Señor, yo creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo>>.
La fórmula que usa Marta para expresar su fe la inserta Jn en el primer colofón del evangelio; es la fe a que él pretende llevar al lector (20,31). Es, por tanto, la perfecta profesión de fe cristiana. Jesús es el Mesías, el Ungido, el Consagrado por Dios con el Espíritu, el Hijo de Dios, el Hombre que es Dios (1,18: el único Dios engendrado).
Que Jesús es el Hijo de Dios fue el testimonio dado por Juan Bautista después de presenciar la bajada del Espíritu, que significaba al mismo tiempo la consagración mesiánica (1,34; cf. 10,36). Con este significado, el título Mesías había sido aplicado a Jesús por Andrés (1,41). Natanael recogió la denominación dada por el Bautista, <<el Hijo de Dios>>, pero interpretándola en términos de <<rey de Israel>> (1,49). La fórmula de Marta devuelve el título Mesías su pleno significado: la unción, que es el Espíritu, hace de Jesús el Hijo de Dios, la presencia del Padre entre los hombres.
El último miembro de la frase de Marta: el que tenía que venir al mundo, fue empleado por la multitud cuando reconoció a Jesús como <<el Profeta>> (6,14). El uso que ahora hace Marta, aplicándolo a Jesús Mesías, muestra la diferencia entre su mentalidad anterior y la propia del discípulo. La gente esperaba al Profeta, continuador de la tradición del AT, a un enviado que hablase en nombre de Dios, un segundo Eliseo, aunque mayor que éste (6,9 Lect.). También Marta había interpretado al Mesías en términos de <<el Profeta>> al afirmar que Dios le concedería todo lo que le pidiera (11,22; cf. 4,19; 9,17; 9,35b Lect.). Ahora, en cambio, comprende cuál era el verdadero objeto de la esperanza: el Mesías Hijo de Dios, que da a todos los que creen en él la vida que no conoce muerte. Comprende ahora que el amor del Padre no es ocasional, sino universal y permanente. Ha captado el sentido de las promesas del AT (el que tenía que venir al mundo) y en qué modo la Escritura daba testimonio de Jesús como dador de vida (5,39s). Es la fe propia del cristiano.
SÍNTESIS
En el ámbito de la muerte se presenta Jesús como la resurrección y la vida. El proyecto creador de Dios no es hacer un hombre destinado a la muerte, sino a la vida plena y definitiva, comunicándole la suya propia. Tal es el designio del Padre y la obra mesiánica de Jesús.
Se inaugura así la etapa última y definitiva de la creación. Para el que ha recibido el Espíritu de Dios no existe interrupción de vida, la muerte es sólo una necesidad física. Tal es la fe cristiana y la realidad que existe ya en los que pertenecen a Jesús.
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