domingo, 8 de enero de 2023

Jn 11,33

 Jesús entonces, al ver que lloraba ella y que lloraban los judíos que la acompañaban, se reprimió con una sacudida.

Jesús contempla el espectáculo de los que lloran ruidosamente; son María, la hermana del difunto, y los visitantes que se le habían reunido. María no tiene aún esperanza. Su llanto se equipara al de <<los Judíos>>, que no conocen a Jesús. Aun habiendo creído, no comprende las consecuencias de su fe. Ésta no da solamente la garantía de la vida futura, que también los judíos esperaban. En tal caso, Jesús habría sido un maestro más. Su acción habría consistido en ofrecer una doctrina diferente o superior, pero que llevaría al mismo fin. Él, en cambio, no ofrece un camino distinto para llegar a la vida, sino una vida distinta, que es la definitiva, por ser el término de la creación (14,6 Lect.).

Jesús se reprime; no quiere participar en esta clase de dolor. El suyo se manifestará después, pero con otro género de llanto. Éste es el llanto desconsolado, por la inevitabilidad y definitividad de una muerte sin esperanza; a lo más, con la de una lejana resurrección (11,24).

La expresión se reprimió puede tener un segundo sentido, por la ambivalencia del adjunto griego (to pneumati), que puede indicar simplemente un acto interior de voluntad o connotar <<el espíritu>> como opuesto a <<la carne>>, que se siente vencido por la muerte; Jesús, que tiene el Espíritu, rehúsa participar.

 

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