domingo, 8 de enero de 2023

Jn 11,35-36

 A Jesús se le saltaron las lágrimas. Los judíos comentaban: <<¡Mirad cuánto lo quería!>>.

Jesús, que no se había dejado llevar por el desconsuelo de las circunstancias, llora ahora espontáneamente, mostrando su afecto personal a Lázaro y su dolor por la ausencia del amigo. Su llanto no es ruidoso, sino sereno. Se solidariza con el dolor, pero no con la desesperanza.

El llanto de Jesús carecería de sentido si fuese  a devolver a Lázaro la vida física. Su dolor expresa su amor por el hombre, amor de amigo que nace de su misma condición humana. En Jesús, el cariño de Dios se transforma en solidaridad de hombre. Dios está en <<el Hombre>>.

Los presentes interpretan correctamente el llanto de Jesús (¡Mirad cuánto lo quería!), pero hablan de su cariño a Lázaro como de cosa pasada. Sin embargo, el amor de Jesús es siempre presente.

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