domingo, 15 de enero de 2023

Jn 11,49b-50

les dijo: <<Vosotros no sabéis nada: ni siquiera calculáis que os conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera>>.

El líder ejerce su función, proponiendo una salida. Corta la discusión brutalmente, habla con rudeza, sin respeto al Consejo, pero apela al interés personal: os conviene. Con esto les evoca la amenaza de su propia ruina, les recuerda que es su autoridad la que está en juego, y así gana su voluntad y su voto.

La frase de Caifás: que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera, recuerda un episodio de la vida de David: Ajitófel, consejero de Absalón, propone a éste, en presencia del Consejo, dar muerte a David: <<Cuando quede solo, lo mataré y te traeré a todos como una esposa vuelve al marido. Tú quieres matar sólo a una persona y que todo el pueblo quede en paz>> (2 Sm 17,2-3). Sigue apareciendo el trasfondo mesiánico en que se mueve la persecución a Jesús, el Mesías, nuevo David (10,24).

Que la muerte de aquel hombre fuera la salvación para el pueblo era precisamente el designio de Dios, que Caifás enuncia sin darse cuenta y del que los otros no saben nada.

En la frase de Caifás se contraponen dos términos: pueblo y nación. <<Pueblo>> es palabra teológica y denota el conjunto de hombres con los que Dios establece su alianza y que, por ese hecho, quedan constituidos en pueblo de Dios (cf. Éx 19,5: <<Si queréis obedecerme y guardar mi alianza, entre todos los pueblos seréis mi propiedad>>, y passim). <<Nación>>, por el contrario, designa en Jn al pueblo judío en cuanto se diferencia de los demás, no sólo racionalmente, sino en cuanto se diferencia de los demás, no sólo racialmente, sino sobre todo por su organización teocrática. De hecho, la nación está ligada al templo (11,48) y gobernada por los sumos sacerdotes (18,35: cf. Éx 19,6: <<Seréis un pueblo sagrado, regido por sacerdotes>>). 

Haciendo que un hombre muera por el pueblo, quiere salvar a la nación, es decir, quiere impedir que se derrumbe el sistema teocrático en el que ejerce la autoridad suprema.

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Jn 21,24-25

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