Los judíos que estaban con María en la casa dándole el pésame, al ver que se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, pensando que se marchaba al sepulcro a llorar allí.
Los visitantes interpretan la salida de María como un nuevo impulso de dolor, como si el sepulcro la llamase. Lo único que esperan es el llanto, que expresa la conciencia de la desgracia. María, en cambio, ha salido de prisa para ir a Jesús. Va a hacer el mismo recorrido de Marta (se dirigió adonde estaba él). Los judíos salen detrás de María. Siguiendo a un discípulo, van, sin esperárselo, a encontrarse con Jesús. La intervención de éste tendrá lugar en presencia de ellos. Los solidarios de la muerte van a ver brillar la vida. Ante ella tendrán que hacer su opción (11,45s).
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