Jesús le dijo: <<Tu hermano resucitará>>.
Jesús responde a Marta, restituyéndole la esperanza. La muerte de su hermano no es definitiva. Contra lo que ella habría deseado, no le dice <<yo resucitaré a tu hermano>>, sino simplemente <<resucitará>>, sin prometer acción personal suya. Esta frase parece contrastar con lo que había dicho Jesús exponiendo el designio del Padre: que todo el que reconoce al Hijo y le presta adhesión tenga vida definitiva, y lo resucite yo el último día (6,40). La oposición es sólo aparente. La identificación del último día con el de su muerte (6,39 Lect.), cuando con el Espíritu va a comunicar la vida definitiva, hace que la resurrección no sea más que la persistencia de esa vida y que, en realidad, no exija ninguna acción especial por parte de Jesús. La perennidad de la vida había sido dada a Lázaro con la vida misma que da el Espíritu.
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