y decían: <<¿Qué hacemos?, porque ese hombre realiza muchas señales>>.
Los congregados comentan con pesimismo la situación. Nunca mencionan a Jesús por su nombre (ese hombre). Son ellos <<los Judíos>> que habían preguntado a Jesús en el templo si era el Mesías (10,24) y habían querido apedrearlo porque, siendo un hombre, se hacía Dios (10,33). Jesús había apelado a sus obras (10,38), que son <<las muchas señales>> a que ahora se refieren y que motivan su alarma. Ellos mismos las llaman <<señales>>, pero, aunque <<señal>> significa un hecho que apunta a una realidad superior, el círculo de poder se niega a reconocerlo. Se dan perfecta cuenta de que tales acciones no proceden de un hombre cualquiera, pero eso no cuenta para ellos, buscan sólo su propio interés. Jesús da vida, libertad y autonomía al hombre. Ellos son los opresores; la oposición entre ellos y Jesús es la de la muerte-tiniebla a la vida-luz. Se preguntan lo que deben hacer. No será nada positivo, sino negativo; contrarrestar la actividad de Jesús, impedir el plan creador de Dios.
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