sábado, 27 de mayo de 2023

Jn 17,1a

 Así habló Jesús y, levantando los ojos al cielo, dijo:

La oración que pronuncia Jesús está íntimamente ligada a sus instrucciones anteriores (Así habló), en las que ha dejado establecido el fundamento de su comunidad (13,33-35), le ha señalado el camino (14,1-14), ha expuesto las condiciones para la misión (15,1-17) y ha predicho el odio al mundo y la ayuda que en medio de la dificultad va a recibir (15,18-16,15). La realidad de todo ese programa depende de la verificación del acontecimiento salvador, obra común de Jesús y del Padre, a quien va a dirigirse ahora.

Para hablar con él levanta los ojos al cielo, que, por su excelencia e invisibilidad, es símbolo de la esfera divina. Es todavía la morada del Padre, de donde bajó el Espíritu sobre Jesús (1,32s) y de donde puede decir que ha bajado él mismo (3,13.31; 6,32.33.38.41.42.50.51.58). Jesús responde ahora a la voz que vino del cielo; manifiesta su deseo, que coincide con la promesa hecha entonces por el Padre (12,28).

En lo sucesivo, <<el cielo>> o lugar de Dios será Jesús pendiente de la cruz, nuevo santuario; con su muerte, quedará definitivamente abierto (1,51), el Espíritu bajará de su costado (19,34; cf. 7,37-39).

Hay un estrecho paralelo entre este pasaje y lo narrado en la escena de Lázaro (11,41), únicas dos ocasiones en que se explicita una oración de Jesús.

Los gestos son casi idénticos; la invocación (<<Padre>>) es la misma. La diferencia está en que en este pasaje se pide la manifestación futura de la gloria, mientras en 11,41 Jesús expresaba su acción de gracias al Padre, también en relación con la gloria (11,40; cf. 11,4).

La acción de gracias de Jesús se debía a que el Padre lo había escuchado; se refería a la realización de su obra en el hombre, precisamente lo que se pide como futuro en 17,1-3. El episodio de Lázaro, como toda la actividad de Jesús durante <<su día>>, anticipaba y explicaba los efectos de su muerte (<<su hora>>). Lo sucedido con Lázaro resulta así figura de lo que sucederá en la muerte de Jesús y, en consecuencia, en la de los suyos.

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Jn 21,24-25

  Jn 21,24a Jn 21,24b Jn 21,25