Por eso le dijo Jesús: <<Lo que vas a hacer, hazlo pronto>>.
Percibiendo Jesús la actitud de Judas, no intenta forzarlo; él le ha mostrado la suya hasta el último momento. No lo ha denunciado ante el resto de los discípulos, le ha dejado plena libertad de opción, aun a costa de su propia vida. Pero ahora ya es inútil prolongar la situación. Jesús mismo le facilita la salida. Respeta la decisión libre y malvada del discípulo, como el Padre respetará la de Pilato (19,11a Lect.).
Se ve aquí la absoluta libertad que deja Dios al hombre. Su ofrecimiento de vida no se impone en ningún sentido. Su amor es indefectible, continuo, hasta el final, pero nunca fuerza. Se puede aceptar la vida plena y definitiva o consumar la propia ruina. No es Dios quien juzga, el hombre se da su propia sentencia (3,16-21).
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