miércoles, 10 de agosto de 2022

Jn 8,43

 <<¿Por qué razón no entendéis mi lenguaje? Porque no sois capaces de escuchar ese mensaje mío>>.

Ya en varias ocasiones los adversarios de Jesús han mostrado no comprender lo que les decía (7,35s; 8,19.27.37). Esa imposibilidad de comunicación nace de que perciben una amenaza en el mensaje que Jesús propone. El amor al hombre, la ayuda a los débiles, el don de sí mismo a los demás, son conceptos que les repelen, porque exigen la ruptura con el orden injusto que sostienen y en el que ocupan una posición de dominio. Ellos son los hombres de la situación; Jesús es el hombre del pueblo (6,42; 7,52) que se pone de parte de los débiles, de los ignorantes considerados malditos por los fariseos (7,49). Jesús es la negación misma de todo sus sistema. Ellos, para defenderlo, habían creado una ideología, que Jesús rechaza (5,17). Ha puesto al descubierto su ambición de honores y prestigio (5,43s), les ha echado en cara su infidelidad a Moisés (5,45-47) y a las Escrituras (5,39s); los ha acusado de no cumplir la Ley que Moisés les había dado (7,19) y de juzgar sin justicia (7,24); les ha predicho la ruina (7,34), haciéndolos responsables del desastre que se cierne sobre el pueblo (8,21). Les ha reprochado pertenecer a un orden opresor contrario al plan de Dios (8,23); los ha llamado esclavos, negando que sean hijos de Dios (8,42). Ellos, aferrados al sistema que respalda sus intereses, se cierran a su mensaje. No pueden soportar de hablar de Jesús. Ponen su estado de privilegio por encima del hombre, y cada vez que Jesús se lo recuerda, se exasperan y se defienden atacándolo.

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