Porque yo no he propuesto lo que se me ha ocurrido, sino que el Padre que me envió me dejó mandado él mismo lo que tenía que decir y que proponer.
La suerte del hombre depende, por tanto, de su actitud ante Jesús. Lo decisivo de la opción se debe a que el mensaje que Jesús transmite no es invención humana, sino mensaje del Padre, de Dios, que es vida y amor.
En la redacción de este versículo alude Jn a Dt 18,18, donde Dios se dirigía a Moisés: <<Suscitaré un profeta de entre tus hermanos, como tú. Pondré (lit. daré) mis palabras (lit. mi palabra/mandamiento) en su boca y les dirá lo que yo le mande>>. Jesús se presenta como el que ha recibido un mandamiento de Dios, que anula los antiguos.
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