lunes, 23 de agosto de 2021

Jn 1,49

 Natanael le respondió: <<Maestro tú eres el Hijo de Dios, tú eres rey de Israel>>.

Natanael comprende que aquel que renueva la elección de Israel es el que va a dar cumplimiento a las promesas, de ahí su alegría y entusiasmo. Como los discípulos de Juan, se dirige a Jesús con el título de respeto (Rabbí) que se daba a los maestros (1,38), reconociéndolo por maestro suyo y declarándose dispuesto a seguir sus enseñanzas.

Sin embargo, así como en boca de los discípulos de Juan, situados ya fuera de las antiguas instituciones, el término Rabbí (1,38), indicaba el reconocimiento de Jesús como maestro en lugar de Juan, en boca de Natanael, el hombre fiel a la Ley (1,45), denota al Mesías-maestro en la línea del pasado (cf. 3,2). Jn señala la ambigüedad que se esconde bajo los títulos aplicados a Jesús, visible también en el siguiente.

Natanael califica a Jesús de dos maneras que, sin embargo, están unidas: Tú eres el Hijo de Dios, tú eres rey de Israel. La primera expresión había sido pronunciada por Juan Bautista, pero mientras éste la proponía como conclusión de la visión del Espíritu, para Natanael es solamente la premisa para otra conclusión: tú eres rey de Israel. La misma frase adquiere, pues, un sentido diferente.

Tal diferencia de contenido podría insinuar la existencia de dos interpretaciones del título <<el Hijo de Dios>> en tiempos de Jn: Para la primera, en la línea de la declaración del Bautista, el Hijo de Dios significaría el que posee la plenitud del Espíritu, el que realiza la presencia de Dios en la tierra. Para la segunda, la de Natanael, el Hijo de Dios representaría el rey mesiánico, según las categorías del AT (<<al descrito por Moisés en la Ley, y por los profetas>>), es decir, el sucesor prometido a David (cf. Sal 2,2.6-7; 2 Sm 7,14; Sal 89,4s.27), que efectuaría una salvación sociológica. El horizonte de Natanael es nacionalista, Jesús es para él el rey esperado, el predilecto de Dios, que va a restaurar la grandeza del pueblo, implantando el régimen justo prometido por los profetas.

   

   2 SAMUEL. CAPÍTULO 7

    

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Jn 21,24-25

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