Lo condujo a Jesús. Jesús, fijando la vista en él, le dijo: <<Tú eres Simón, el hijo de Juan; a ti te llamarán Cefas>> (que significa <<Piedra>>).
Simón no se acerca a Jesús por propia iniciativa, se deja llevar pasivamente por su hermano. No comenta la frase de Andrés ni muestra entusiasmo alguno por Jesús. En toda la escena no pronuncia una sola palabra.
Jesús fija la mirada en Pedro, como Juan Bautista la había fijado en él mismo al principio del episodio (1,36). No se trata, pues, de una mirada de elección, sino de penetración. Lo mismo que Juan, fijando la vista en Jesús lo había definido como el Cordero de Dios, Jesús, fijando la mirada en Pedro, pronuncia su nombre y lo define como <<el hijo de Juan>>.
El hecho de que este patronímico difiera del que propone Mateo (16,17: Simón Bariona, hijo de Jonás) y la ausencia de artículo en el de Jesús (1,45: hijo de José) hacen dudar de que la expresión <<el hijo de Juan>> indique el patronímico de Simón. Por otra parte, el artículo (<<el hijo>>) querría decir que Simón era hijo único, mientras que acaba de aparecer en el texto que era hermano carnal de Andrés (1,41). Excluida, pues, la interpretación como patronímico, hay que notar que el nombre de Juan alude a las recientes menciones de Juan Bautista (1,35.40). De hecho, establece una inclusión entre 1,35 y 1,42, reforzada por 1,40. Dado el amplio significado de la expresión <<hijo de>>, que puede significar cualquier clase de relación, en este caso parece significar <<adepto de Juan>> y, articulado (en 21,15ss, sin artículo), <el gran adepto de Juan>>. Simón, por tanto, por una parte, pertenece al círculo de Juan Bautista, pero, por otra, no ha escuchado sus palabras, es decir, su testimonio de Jesús, ni ha seguido a Jesús como los dos anteriores. Se ha quedado en la adhesión al movimiento de protesta y expectación suscitado por Juan, pero sin comprender qué clase de Mesías anunciaba éste. Se ve que la repetición: uno de los que escucharon a Juan y siguieron a Jesús (1,40), preparaba por contraste la presentación de Pedro. Este aparece, pues, desde el principio, como el discípulo que ignora la idea del Mesías y de su misión descrita por Juan; no conoce la alternativa de Jesús ni tiene experiencia de ella.
Jesús anuncia a Simón que será conocido por un apelativo. Jn es el único evangelista que da el término arameo: Cefas (cf. 1 Cor 1,12; 3,22; 9,5; 15,5; Gál 1,18; 2,9.11.14), traduciéndolo a continuación al griego. El arameo cefas (kepha), como el griego petros, es un nombre común, que significa <<piedra>>.
Jesús no cambia el nombre a Simón, le anuncia que será conocido por un sobrenombre o apodo: Piedra. Nunca Jesús lo llamará Pedro; en la única otra ocasión que se dirija a él por su nombre (21,15ss), volverá a llamarlo <<Simón de Juan>>. El evangelista, en cambio, sí lo llama Piedra/Pedro, ordinariamente junto con el nombre propio: Simón Pedro (1,40; 6,8.68; 13,6.9, etc.).
No hay datos para establecer si este sobrenombre tenía un significado obvio en aquella cultura. Para determinar su sentido habrá que prestar atención a los pasajes donde el evangelista emplea como designación el sobrenombre solo, no acompañado del nombre <<Simón>> (1,44; 13,8.37; 18,11.16.17.18.26.27; 20,3.4; 21,7.17.20.21). Solamente al final del evangelio podrá llegarse a una conclusión.
El sobrenombre <<Pedro>> proporciona una clave de lectura, ya conocida por los lectores (1,40: Simón Pedro), que de algún modo anuncia su modo de ser y de actuar. Por parte de Jesús, la escena muestra que es bien consciente desde el principio de cuál va a ser la actitud de Pedro en lo sucesivo (cf. 6,64).
La entrevista de Jesús con Simón Pedro es muy singular, como se ve. No hay llamada de Pedro por parte de Jesús, ni invitación a seguirlo; Pedro, por su parte,, tampoco se ofrece. Solamente en 21,19 después que haya profesado tres veces su amor a Jesús, le dirigirá éste la invitación que hace a Felipe desde el principio (1,43).
Andrés y el innominado (1,35.40) se han pronunciado por Jesús antes que comience su actividad, por la experiencia que nace del contacto personal con él (1,39: se quedaron a vivir con él; 1,41: el Mesías). Pedro, aunque establece contacto con Jesús, no se pronuncia. Su actitud queda en suspenso; es el único de los cuatro discípulos mencionados por su nombre, en esta parte introductoria (Andrés, Simón Pedro, Felipe, Natanael), que no expresa reacción alguna favorable respecto a Jesús.
SÍNTESIS
Aparecen en esta perícopa dos tipos de hombres que han sido discípulos de Juan Bautista y que, por tanto, han recibido su bautismo, símbolo de ruptura con las instituciones y de adhesión al Mesías esperado. Sin embargo, el evangelista marca la diferencia entre ambos.
Los del primer tipo no sólo han roto con la situación, esperan al Mesías descrito por Juan: el que, por haber recibido la plenitud del Espíritu, es el Hijo de Dios, el que con su muerte va a inaugurar la nueva alianza y, comunicando el Espíritu, va a quitar el pecado del mundo, es decir, va a liberarlo de la esclavitud, conduciéndolo con un nuevo éxodo a la alternativa de la vida. Los discípulos así preparados siguen espontáneamente a Jesús. Su deseo queda completado por la iniciativa de éste, que los interpela, y experimentan el lugar donde vive, es decir, conocen la alternativa que él propone: la de la cercanía e intimidad con Jesús, y optan por ella. Estos discípulos representan un sector de las comunidades cristianas, los que de veras comprenden a Jesús y su mensaje y han roto definitivamente con las estructuras caducadas de la antigua alianza.
El segundo tipo está representado por Simón Pedro. Éste, aunque discípulo ferviente de Juan Bautista, no escucha su mensaje ni sigue a Jesús, se deja llevar pasivamente a su presencia. Ha roto con las instituciones, pero no conoce la calidad ni la misión de Jesús como Mesías y no sabe la alternativa que propone. Así como Andrés expresaba su propia experiencia personal de Jesús con el término <<el Mesías>>, concebido a la manera de Juan, Pedro no tiene comentario alguno sobre su encuentro.
13-20., Evangelio de Mateo. Reconocimiento del Mesías. 16
1 Carta a los Corintios I Divisiones en Corinto. 1, 10-17.
1 Carta a los Corintios. Inmadurez de los Corintios. Culto a la personalidad. 3, 1-23.
1 Carta a los Corintios. Saber renunciar a los propios derechos. 9, 1-23.
1 Carta a los Corintios. VII. La resurrección. La resurrección de Cristo. 15, 1-11.
18-24., Carta a los Gálatas. Primera visita a Jerusalén. 1
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