<<y cuando uno me ve a mí ve al que me ha mandado>>.
No existe diferencia alguna entre Jesús y el Padre, pues la persona y actividad de Jesús explican lo que es Dios (1,18). No se conoce a Dios si no se acepta a Jesús (7,28; 8,19.54s), ni existe otro Dios más que el que se ve en Jesús: el Padre que está a favor del hombre. El dios reflejado por la Ley, en cuyo nombre los dirigentes se oponen a Jesús (5,16-18; 8,19; 9,16a.24.29; 10,33), es un dios falso.
No dice Jesús que él se parece o que es igual a Dios, sino al contrario, que Dios es como él. No hay más modo de conocer a Dios que mirar a Jesús. Hay que renunciar a toda idea preconcebida de Dios. Éste se ha manifestado plenamente sólo en Jesús, a quien ha comunicado la plenitud de su gloria-amor (1,14.18).
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