<<Es decir, os dejo un ejemplo para que igual que yo he hecho con vosotros, hagáis también vosotros>>.
Jesús no escatima los términos para explicitar su exigencia. Ellos tienen que imitarlo a él. Lo que acaba de hacer no es un gesto transitorio, sino una norma válida para todo tiempo. Es un servicio que nadie impone; no nace del sentido del deber, sino de la espontaneidad de amor, comunicado por el Espíritu. Expone así el contenido de su mandamiento, la ley fundacional de la nueva comunidad, que expresará con frase paralela: Igual que yo os he amado, también vosotros amaos unos a otros (13,34).
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