sábado, 25 de marzo de 2023

Jn 13,23

 Uno de sus discípulos estaba reclinado inmediato a Jesús; era el que Jesús quería.

Según las costumbres del tiempo, en las comidas solemnes se comía reclinado sobre divanes, apoyándose en el codo izquierdo; el cuerpo quedaba, por tanto, ligeramente vuelto hacia la izquierda. El lugar más cercano e íntimo respecto a un comensal era aquel que se encontraba a su derecha en la mesa, y este puesto lo ocupaba el discípulo a quien Jesús quería.

Se menciona por primera vez a este discípulo, que no llevará nunca nombre (Jn 19,26; 20,2; 21,7.20). Se le caracteriza con la misma expresión usada para Marta, su hermana y Lázaro (11,5: Jesús quería a Marta, etc.), que representaban una comunidad de Jesús. La frase en relación con 1,18, donde se dice que Jesús estaba de cara al Padre. Existe, por tanto, una semejanza de relación entre Jesús y el Padre por un lado y este discípulo y Jesús por otro (cf. 10,14s: conozco a las mías y las mías me conocen a mí, igual que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre), la de intimidad y confianza. La relación entre los dos textos queda también aclarada por 14,20: yo [estoy] identificado con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros. La identificación del discípulo con Jesús se expresa por el puesto que ocupa; la de Jesús con él, por el amor que le tiene. El discípulo se mantiene en el amor de Jesús (15,9). Ocupar el puesto inmediato a Jesús es lo propio del discípulo, y la cercanía se debe a sentirse amado por él; se podría expresar como una relación de intenso afecto mutuo que produce una especial sensibilidad. Tal discípulo es el confidente de Jesús, a quien él no oculta sus secretos, porque es capaz de percibirlos. La figura de este discípulo se contrapone a la de Simón Pedro (cf. 18,15; 20,2ss; 21,7.20-23). Acepta el amor de Jesús y responde a él con su cercanía. Pedro, en cambio, no lo ha aceptado en el lavado de los pies.

El discípulo parece encarnar a la comunidad en la figura del amigo de Jesús (15,13.15). Su amor penetra los secretos de Jesús y le da una sensibilidad intima para <<descubrir>> la presencia del Señor (21,7). Por eso en esta escena, sorprendentemente, no habrá delación del traidor. Lo identifica el discípulo que ama; pero, porque lo ama, no lo delata.

Este discípulo, figura de la comunidad como <<doble>> de Jesús, reaparecerá en 18,15, donde entrará con Jesús en el atrio del sumo sacerdote (18,15b Lect.).

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