Cuando uno me rechaza y no acepta mis exigencias, tiene quien le dé sentencia; el mensaje que he propuesto dará sentencia contra él el último día.
Subraya Jesús la libertad del hombre. Dios no se impone, el hombre es responsable de su suerte. Quien rechaza a Jesús renuncia a la plenitud de vida. El mismo ofrecimiento gratuito que hace Jesús será testigo en contra del que no lo acepte. Al no hacer caso al mensaje de la vida, quedará sin ella.
Este juicio se verificará el último día. Ya se ha analizado el contenido de este dato temporal, que se conecta sobre todo con la resurrección (6,39 Lect.; cf. 6,40.44.54; 11,24) y que aquí aparece por última vez. El sentido tradicional, en que Marta lo interpretaba, del último día de los tiempos, había sido corregido por Jesús (11,24s). A la luz de 7,37-39, aparece el último día como aquel en que termina la creación del hombre (19,30), el de la muerte de Jesús, cuando sea levantado de la tierra (12,32) y fluya de él el agua del Espíritu (19,34). Este día creador por excelencia se prolongará en un continuo presente. Siendo el día en que Jesús dará la prueba total y definitiva de su amor al hombre, será perpetuo como ese amor mismo. Así lo simboliza la permanencia del costado abierto después de la resurrección (20,27).
El mensaje que ha pronunciado Jesús juzgará al hombre el último día; es decir, una vez dada esa muestra de amor supremo, no habrá excusa válida para rechazar su mensaje (cf. 8,28).
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