<<Sí, os lo aseguro: No es el siervo más que su señor ni el enviado más que el que lo envía>>.
Jesús cita un proverbio bien conocido, cuya forma más usual se encuentra en Mt 10,25: Le basta al discípulo con ser como su maestro y al siervo como su señor. No es que Jesús llame siervos a sus discípulos (15,13), cuando, precisamente, con el lavado de los pies les ha dado categoría de iguales. Usa el proverbio solamente para señalar la arrogancia y la irresponsabilidad que supondría separarse de su ejemplo.
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